Fue el fin de semana del 7 de Marzo; nos fuimos a Jávea porque necesitábamos desconectar...todo fue perfecto, paseamos por el Arenal, nos dimos un homenaje de arrocito en el Posidonia, almorzamos en la plaza del Convent, hice acopio de empanadillas de guisantes (mis preferidas) para congelar unas cuantas (cualquiera diría que mi subconsciente sabía lo que se nos venía encima, porque me traje un capazo previniendo que no podríamos volver en mucho tiempo), y nos dimos un largo paseo por la playa del montañar viendo como había dejado el mar las casas de primera línea y la playa después de las tormentas, viendo como el mar y la naturaleza no entiende de ladrillos y simplemente sigue su curso. Y todo fue perfecto.
Y después, esto. Miedo. Confinamiento. Cuarentena. Incertidumbre. Tristeza.
Hoy, el concepto Hygge que tanto me gusta queda un poco lejano, como os dije hace días solo paso por Instagram para ver que todos seguís bien, yo no he tenido muchas ganas de postear mucho más. Hay días que estoy bien, hay días que estoy peor, mejor...y así van pasando los días. Intento no ver las noticias porque solo de ver lo que están pasando algunas personas muriendo solas me pongo a llorar.
Desde luego lo que está claro es que después de todo esto no volveremos a ser l@s mism@s; Todo este encierro nos ha valido para darnos cuenta de las cosas importantes, de que ha salido lo mejor de nosotr@s y de algun@s lo peor, nos hemos dado cuenta de la gente que ha estado y está y la que no, y de la que merece la pena y la que no. De que la vida es eso que pasaba mientras hacíamos otros planes, y de que por más que volvamos a la normalidad algo se ha roto en nosotros, nuestra manera de compartir, de comer, de divertirnos todo será difícil cuando esto acabe, por lo menos, por un tiempo.
Espero que vosotr@s y l@s vuestr@s os encontréis bien y con salud, y que dentro de unos meses esto solo haya sido una pesadilla de la que hemos podido despertar sin demasiadas secuelas.
Nos vemos pronto ❤️
