“Tú no lo sabes, pero te llevé a muchos sitios conmigo. Te llevé a ver el mar. Recogí piedras para ti. Repartí un poco de lo que me diste en cada café, en cada canción. Los paisajes me tragaban a mí y te sacaban a ti hasta la superficie de mi piel, hasta que los labios tiraran para sonreír al escuchar tu nombre, por más que quise no hacerlo.Quizá lo imaginas, pero también te lloré. No todo lo hicimos bonito. Y fíjate que no digo bien, digo bonito, porque entre el bien y el mal tú y yo no dimos una. Andamos entre tropiezos y nos sentimos orgullosos de las pocas veces que fuimos en línea recta, como si no importase que lo hiciéramos a regañadientes.No tengo derecho a decir que tu verdad es mentira, pero los años me enseñaron que las palabras solo son sonidos que los actos deben respaldar. Y tú dices no y me llamas suplicante con brazos abiertos para volver a negar con la cabeza cuando soy yo la que cede al impulso de necesitarte. Y lo peor es que probablemente ni siquiera lo ves.No me atrevería a decir que nos queremos. Sé qué es el amor y esto no lo es. Pero tú y yo nos hemos enamorado de esta historia inacabada, de este no poder, del sufrir, de la distancia autoimpuesta, porque alguien nos hizo creer que el amor bonito es el difícil.Te echo de menos. Te echo de menos como nunca me había planteado que podía añorarse. Y llevo días pensando en lo difícil que es definir lo que te duele cuando te duele la distancia. El vacío en el pecho; el peso en el estómago; la piel gruesa a la que no le llegan ni las caricias; el continuo respirar difícil porque no te huelo. ¿Qué coño estoy haciendo? Intentar olvidarte. A sabiendas de que no podré porque no quiero. Aún no quiero.”
A veces estos fragmentos no se encuentran en libros porque fueron desechados en su versión final, pero siguen siendo parte de la historia.
*Fragmento desechado del libro "Toda la verdad sobre mis mentiras" de Elisabet Benavent (Beta Coqueta).